JOSÉ CEREIJO La luz pensativa Pre-Textos, Valencia, 2021 |
«Arrancar al silencio / algunos versos, pero / que no olviden su origen»
Pertenece José Cereijo (Redondela, 1957) a
esa estirpe de poetas cuidadosos que prefieren musitar que decir. Ahonda en
este libro (La luz pensativa) por la senda en la que estaba trabajando cuando
Javier Lostalé recogió una selección de sus poemas (Árbol desnudo, Renacimiento,
2017). Los títulos de Cereijo son más que un indicio, son el camino. Y los
poemas, cada vez más esenciales, más breves, sin rozaduras, con un asterisco por
todo encabezamiento. Uno tras otro se asoman a la cara oculta de la naturaleza,
buscando lo que hay detrás de la agitación: «No hables del ruiseñor / cuando
canta. Demasiado se ha dicho. / Piensa en él cuando calla, / cuando habita en
el frío, / cuando ya nada tiene que decir, / cuando sólo es él mismo». Son
notas sensoriales, elementales, en las que el poeta se recuerda ―y de paso nos
recuerda― que el paisaje que recorta la ventana es una pequeña patria, que con
unos pocos árboles puede hacerse un mundo, que con la luz «reticente» del
atardecer paradójicamente se ven mejor las cosas, que gracias al grillo ―cuando
calla― «se hace audible el silencio». Cereijo recuerda y nos recuerda que vivir
es un milagro en el momento mismo en que está sucediendo y conviene ser
conscientes de que la hoja que cae es única y que no te estás conmoviendo al verla. Sacude
la la sensibilidad del lector para que se fije en cada diminuto fenómeno: «Piensa
en lo que darías / cuando se esté acabando el tiempo, y solo queden ya los posos
/ amargos en el vaso, / por estas horas, y por estos días, / que ahora ves
pasar, indiferente. / Piénsalo, / y trata de vivir tal como entonces / querrás
haber vivido». A veces Cereijo lleva el carpe diem horaciano un poco más
allá del límite, arriesgando mucho, como cuando propone aceptar la muerte porque
«vendrá cansada» y «hace su trabajo». Pero enseguida remonta con un poema muy
hermoso sobre el olvido, y va logrando que «todo se vea, sin embargo, / mejor».
«Y recuerda / que también el oficio, la paciencia / el intentarlo una y otra
vez / y fracasar, / son dones».
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