Diego Doncel: La fragilidad

DIEGO DONCEL
La fragilidad
Visor, Madrid, 2021
«Mírame al menos, no te mueras aún, estoy buscándote entre los recuerdos».

Al final de La fragilidad, como colofón, Diego Doncel ha colocado una cita estremecedora de Yorgos Seferis que explica todo el libro, aunque el libro no necesite explicación: «Qué vigor extraño sientes al hablar con los muertos / cuando los vivos que quedaron ya no bastan». Doncel (Malpartida, 1964) establece un diálogo con sus padres fallecidos o en trance de fallecer, un diálogo que en realidad es un monólogo con sus recuerdos y con la vida entera, porque ahí se resume todo: «Al final, estamos tan llenos de fantasmas / que ni siquiera reconocemos lo que somos». Los poemas se tejen con versos largos, con versículos, que van hilándose en fragmentos, como ventanas que devuelven lo cotidiano muy bien mezclado con metáforas, para intensificar el sentido y elevar la realidad hasta emocionarnos con lo sencillo: «El tráfico sepulta el día con sus faros y sus pilotos rojos. / Hay una sensación de límite, la muerte y yo estamos viendo / los programas de la televisión». Está la vista entumecida con las luces insuales, las de las auroras de hospital, las de las madrugadas de duermevela, el mundo onírico al que nos llevan el cansancio y su desamparo: «los sueños se volvieron tan atroces / que únicamente podíamos soñarlos / poniéndonos pastillas debajo de la lengua». Está la vista, claro, pero sobre todo está, muy bien distribuido, el sentido del tacto, lo último que nos ata a los seres queridos: «Te acaricio la cara antes de que te vayas para siempre, / dejo en el agua el rastro de ceniza de mis dedos para que puedas volver». También encontramos esa sabiduría sin palabras, esa suspensión del yo, que nos remite a la infancia: «Fue entonces cuando oí algo / respirando allí fuera, en los patios traseros, / junto a la ropa tendida hacía mucho tiempo por mi madre, / junto a aquella forma suya de limpiar la casa y ordenar / el mundo como si con ello pudiera detener la historia, / las catástrofes personales y la diaria expulsión del paraíso». Un toque social aquí y allá, sutiles, completan el panorama.

1 comentario:

  1. Como tantas veces, tus reseñas, Arturo, me dan sed de buscar el libro que comentas. Desde que le dieron el Adonáis, no había leído nada de Diego Doncel. Ya me atrae el título de este libro ("La fragilidad"). Y por lo que dices, está lleno de humanidad. Sí, sin duda habrá en él mucha tristeza, pero es que también necesitamos aprender a convivir con esa compañera inevitable. Gracias, Arturo.

    ResponderEliminar

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo