Javier Temprado: Ciudad cero

JAVIER TEMPRADO BLANQUER
Ciudad cero
Pre-Textos, Valencia, 2019

«Del camino vinimos, la ceniza / nos vio crecer, no somos nadie y pedimos todo: / los ríos, su rumor de hojas, los seres / que habitan en sus bosques, la noche que nos guarde, / la palabra que arranque esta condición de bárbaro».
Las palabras son las herramientas con las que el poeta sale a buscar sus raíces en un mundo que se desmorona. Busca muy lejos de donde nació, pero «nunca has sido tan hijo de las piedras», se repite Javier Temprado (Albacete, 1992) en la distancia casi sideral de México: «Entonces aparece el perfil nítido / de la ciudad perdida y pienso en cómo / he llegado hasta aquí, a este lugar…» Ciudad cero es a la vez un punto de partida y de llegada. Se recorre con los pies, que conectan mejor con el corazón que con la cabeza. A pesar de su insultante juventud, el poeta ya siente la infancia inalcanzable, ya ha dejado de servirle como referencia. Desde ese lugar remoto en que se busca, echa las palabras a volar para orientarse como palomas mensajeras que saben defenderse entre las nubes: «Estremece sentir / que, en lo profundo de mis venas, / aparezca aquel patio, aquella fuente / con su rumor de vida, aquellas charlas / entre cafés y amigos, aquel naranjo en flor. / Y como una bandada de pájaros / al llegar el invierno, / migran estas palabras a su hogar, / donde cesan el vuelo y picotean / unas migas de luz o de silencio». En cada avance, en vez de hallar respuestas, halla nuevas incógnitas, porque la identidad es un camino sin meta ni retorno: «para contestar mis preguntas, / como un silencio exacto, / se encienden las bombillas en las casas / y la ciudad se llena de abandono». Ciudad cero es un libro de formación y como tal nos sirve la vida renovada desde los ojos de un muchacho de provincias, de una generación desconectada, de la impotencia de un planeta que se escabulle entre los dedos. Temprado sabe lo bastante sobre la poesía y cómo usarla para llevarnos a indagar con él: «porque si la memoria es faro que permanece / y barco que navega al mismo tiempo, / también ser joven es saber / que existe alguien que espera / en otro lado».

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