Juan Álvarez, Por qué cortarse una oreja

JUAN ÁLVAREZ
Por qué cortarse una oreja
 Valparaíso, Granada, 2018. 100 pág. 12€
«Hoy simple y malamente mordería / la misma mano con que ahora escribo / por sentirme hasta el hueso, sin poesía, / por agarrarme apenas a algo vivo».
Sorprende encontrar a Quevedo, renacido y actualizado, con el mismo dominio del soneto y la rima, con la misma mala leche, tirándole a la vida del siglo XXI. Firma, eso sí, con otro nombre: Juan Álvarez, y se dice nacido en Alcalá de Guadaira en 1974. Podría ser verdad: «Ganas le dan a uno de creer / a pies juntillas en cualquier verdad, / así como si no hubiera un ayer / al que achacarle tanta indignidad», asegura en el poema «Cuentas corrientes» donde le da un repaso a la corrupción. Bebe, y bebe veneno, de la actualidad: «El periódico suena / a viejo y consabido: / humo, chufla y verbena / y demasiado ruido. // siniestros repatriotas, triperos laureados, / media España, en pelotas; / la otra en los juzgados. // Y es que, por más que reces / o escupas al tuntún / a derecha e izquierda, // la realidad, a veces, / apenas da para un / poemita de mierda». Álvarez describe el lumpen con un lenguaje rico y callejero, recuerda a Wolfe porque es sucio su realismo, a Salvago en la rima, a Quevedo -ya lo he dicho- en lo borde, a Machado en la copla y a Sabina en lo bronco: «Se trata de cantar por no llorar. / Se trata de llorar cantando en plata. / Por sentirse vivido, por sentir. // Se trata de escribir. / De eso se trata». A menudo sus sonetos son una sucesión de brillantes enumeraciones, como pasa «En la orilla (Marina imaginada)». A veces las alusiones a personajes y citas son expresas, como la oreja del título, como «Noviembre y unos versos de Cernuda» o menciones a Machado o a un Baudelaire de pueblo: «Te has hecho, mon semblable, tanto daño / que toda la verdad de tu poesía / no ha valido la pena del engaño». Juan Álvarez no se engaña, sabe que la misma facilidad con que compone, la fulgurante brillantez omnipresente, son sus grandes enemigos, y sabe reírse de sí mismo: «Nació poeta raso a su pesar, / flamenco juntamente y concertista, / con algo de voyant sin desbastar / y más de cagarripios que de artista…»

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