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ISMAEL RAMOS Ligero La Bella Varsovia, Madrid, 2021 |
«Y escribir ahora, aquí arriba, sería como imitar la risa
de un niño. / Porque nada sabemos salvo la fragilidad».
Hace un mes, un jurado institucional otorgó a Ismael
Ramos (Mazaricos, 1994) el Premio Nacional de Poesía Joven Miguel Hernández por
su tercer libro,
Lixeiro, que él mismo había traducido al castellano y
publicado en La Bella Varsovia. Siempre despierta expectación el libro de un
poeta joven porque vivimos en una sociedad en la que la juventud en sí misma se
considera un valor, y todo el mundo quiere ser el primero en descubrir al nuevo
Rimbaud o al nuevo Claudio Rodríguez, que por ser tan llamativamente precoces
han instalado la creencia errónea de que ser poeta precoz es lo normal. La
poesía, como cualquier arte, tiene una parte de oficio que hay que aprender y
en la que hay que ejercitarse para dominarla y así brindar más pura la emoción
al lector, que es de lo que se trata. Ismael Ramos nos ofrece en
Ligero
un libro de fragmentos de un diario cotidiano, con más versículos que versos, escrito
en oraciones cortas, descriptivas, pero muy precisas. No es pequeño el mérito
de esa selección de instantes y la disposición para que vayan creando un clima,
sin grandes concesiones a lo indeliberado:
«Es verano
y los parques parecen inmensos. Mucho más grandes que en otras épocas del año».
Incluso cuando surge una chispa, el autor prefiere aclarar que es una cita
ajena: «Las casas de verano son infancias vacías. Esto me lo dijo Pepe». Aun
así, lo que suele emocionarnos en poesía es tan sutil que cuesta detectarlo e identificarlo.
La atmósfera que van acumulando las piezas nos embarca en una edad y en un modo
de pensar que resultan absorbentes. Hay poemas como el titulado «Tres notas
sobre la pobreza», con una esencia perturbadora, que se sobrepone a la
ingenuidad. También hay una hipersensibilidad hacia la luz que unas veces capta
con los ojos cerrados y otras veces asocia con una criada. En definitiva, hay
una manera personal de estar solo: «Yo sé que la perra la escucha, pero no
regresa. / Yo la escucho, pero no acudo. / Estar solo es aprender a estar
atento».
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