ALEJANDRO V. BELLIDO La oculta esperanza Sonámbulos, Granada, 2021 |
«Aquí, dejo estas líneas / que ―torpemente― tratan / de darle a la tristeza un cuerpo / que me abrace esta noche». El onubense Alejandro V. Bellido (1993) está convencido de que la realidad establece con nosotros una conversación cifrada: «el mundo / ―ese campo de símbolos― de alguna / forma nos habla». El reto para Bellido es descubrir en este diálogo las verdades que son comunes a los hombres y mujeres y plasmarlas en sus poemas. La velocidad con que brotan los versos tiene su importancia, tanta que una de las piezas más elocuentes del libro, titulada precisamente «Un poema sobre el tiempo», empieza diciendo: «El tiempo va que se las pela, / a toda hostia, el tiempo / le mea la boca a Bolt / y también a Haile Gebrselassie…». La velocidad conlleva una manifiesta desinhibición, el uso de un lenguaje coloquial y agresivo que en determinados momentos cae en la sobreactuación. Estos altibajos son más que comprensibles en cualquier poeta joven que se precie y que se la juegue. Más adelante hay una incómoda insistencia en el sentimiento de los celos y también en el resorte romántico del letraherido, cuando le toma la palabra a Brezmes y afirma que «el poeta es el más débil de la tribu». Aun así, mantiene el pulso de la pieza hasta el final y eso empieza a ser oficio. Más logrado todavía es el poema «A un cachorro recién llegado», que destila ternura: «Vives de la forma más limpia posible: / recibes cada estímulo, lo sientes y ya está. Sin preguntas, / superando con mucho a los más sabios de nuestra tribu: los / niños». En otro momento Bellido afirma que «la vida es algo / así como una infancia / desvalijada». En cuanto al amor, plantea una lucha paralela por descifrar el amor y por dominar el poema: «Otra vez ―qué pereza― / se me ha pegado el bicho / ese bicho asqueroso, persistente, / que se llama esperanza». Sobre el mismo tema, «Amor más allá de la literatura» baraja homenajes más allá de la evidencia quevedesca del título; están bien asimiladas la ironía de D´ors y el juego de Luis Alberto de Cuenca. Hay que seguir a Bellido a ver a dónde le lleva la velocidad.
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