Sandra Santana: La parte blanda

SANDRA SANTANA
La parte blanda
Pre-Textos, Valencia, 2022

«Y aquí se habla / del valor de lo que / nunca se deja poseer / del todo. Del hambre / que os hace querer / volver a devorar / lo eterno».

La poesía de Sandra Santana (Madrid, 1978) es minimalista en la forma, consiste en  poemas breves, con versos de arte menor, sincopados. Es una de esas poesías que necesitan sugerir para no resultar insuficientes, decepcionantes. El modo con que Santana consigue que trascienda su escritura es depositar en el pensamiento una semilla que no estalla al leerla, sino con un cierto retardo, aunque sean unas décimas de segundo: «sin memoria, / el ritual / es casi tan viejo / como la misma tierra». Como si dibujara formas con humo, la poesía de Santana nos habla de un legado que estamos compartiendo, que no se sabe bien que es, pero que existe, que ha llegado hasta nosotros perpetuándose a través de las generaciones, y está escapándose antes de ser atrapado. La poesía lo persigue con los silencios, con las alusiones enigmáticas. «Pensad en los barcos / que vinieron de Chipre: / aquellas telas / donde imaginaron / los antiguos». Ese legado está en el cuerpo, y más especialmente en el cuerpo de la mujer: «como una herencia antigua, / como un molusco sin concha // os ofrecéis las flores / de mi carne / con ternura // ―un corte / rosado y blando». Pero lo que está nombrando Santana va más allá, tiene un componente social, ideológico, que a pesar de  moverse en el umbral de las ideas, cala en los sentimientos. Protesta porque estamos descontextualizando lo que hasta hace poco tenía un valor secreto, aunque no tuviera precio. La gente llena los templos, pero la voz de los dioses resuena como un tintineo de monedas. Y la piedra que robamos al río es decepcionante cuando nos la llevamos a casa en el bolsillo porque «no guarda la luz momentánea / de la tarde, el brillo irisado del paisaje / sobre la superficie del agua». Si lo pensamos bien, ¿qué nos queda entonces? Y la poeta responde: «Mirad, abrid la mano. / Mirad la mano que / se adelanta / al barro con su forma / de cuenco. // Es lo único que / verdaderamente / os pertenece».

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