Pablo Macías: Desde dónde, hacia cuándo

PABLO MACÍAS
Desde dónde, hacia cuándo
Valparaíso Ediciones, Granada, 2020

«También pertenecía a la ficción / el cuento que contabas de pequeño: / nunca conseguirás del futuro / nada más que arrojar rencor en versos».

Pablo Macías (Arcos de la Frontera, 1979) es profesor de Lengua y Literatura, y ha publicado un ensayo sobre la poesía de Karmelo Iribarren. Desde dónde, hacia cuándo es su primer poemario, tardío si tomamos su edad como referencia. Pero nadie empieza a los cuarenta años partiendo desde cero. Hay una acumulación de lecturas, de tentativas y estudios que afloran en este libro, que transparenta además las etapas de un proceso. Los primeros poemas son esquemáticos y rotundos. Luego, poco a poco, van enriqueciéndose con simbologías y complejidades que persiguen una voz propia. Reina, eso sí, un tono común, el desencanto de haber llegado a los cuarenta y comprobar que los sueños no se cumplen, la constatación de que el mundo es una injusticia coral que cacarean los telediarios. La respuesta poética de Macías va más allá de la ironía. Alcanza a veces el sarcasmo, como en el poema «Intuición»: «Lo veniamos notando / desde hacía tiempo / y no sabíamos / qué era. // Un hedor / nauseabundo / insoportable / en nuestro dormitorio. // El amor / nuestro amor / pudriéndose». En otro poema le habla a un familiar que le enseñó a afeitarse, con todo lo que eso conlleva de ritual de iniciación, un tío que acaba de morir: «A fin de cuentas, / todo ha sido un suspiro, tío Juanjo, / tomar aire, soltarlo, y sonreír». A medida que avanza el libro, estas certezas, directas como puñetazos, van adensándose en imágenes que persiguen la sugerencia: «Es solo el agua, / agente doble de una fantasía / que se destruye. El agua, despeñándose / hacia la primavera sin saberlo». Al final, en una suite sonámbula de cuatro poemas que nombran los cuatro elementos, las sugerencias cuajan y marcan el camino de los próximos libros de Macías: «El mundo nunca acaba de nombrarse / ni se extinguen jamás los ecos del relato, / y son los mismos fuegos quienes arden / ―colcha, mortaja, caricia y dolor― / y son las mismas lenguas las que fingen hablar».

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